A las 9.20 de hoy (hora de la Argentina) despegó con éxito desde el puerto espacial europeo de Kurú, en la Guayana Francesa el cohete Ariane 5, vehículo que transporta el James Webb, el mayor telescopio de la historia de la humanidad enviado al espacio.
"Con este telescopio empieza una nueva y emocionante década de ciencia; el James Webb cambiará nuestra comprensión del espacio tal y como lo conocemos”, postearon desde la cuenta oficial de Twitter de la NASA, luego del despegue.
En la cuenta de la Agencia Espacial Europea (ESA) en la misma red social se leyó también: “es un impresionante regalo de Navidad”.
La construcción y el desarrollo del James Webb demandó casi tres décadas. Según los técnicos de la NASA, permitirá avanzar en el conocimiento de las primeras galaxias que nacieron después del Big Bang y de la historia del universo.
El James Webb es una colaboración entre las agencias espaciales de Estados Unidos (NASA), Europa (ESA) y Canadá (CSA). Recorrerá el espacio hasta situarse a 1,5 millón de kilómetros de la Tierra; esto es, cuadruplicará la distancia que separa nuestro planeta de la Luna.
Desde allí, ofrecerá una vista inédita del universo a longitudes de onda del infrarrojo cercano y el infrarrojo medio, y permitirá a los científicos estudiar una gran variedad de objetos celestes. Además, será capaz de mirar "hacia atrás" en el tiempo más de 13.500 millones de años, para ver las primeras galaxias que nacieron tras el Big Bang.
El telescopio es tan grande que "se dobló" para entrar en el cohete. En el espacio se desplegará; por ejemplo, abrirá su parasol, del tamaño de una cancha de tenis, y luego el espejo primario, de 6,5 metros de diámetro.
La recomposición y tensado del enorme escudo solar comenzará a los tres días y a los 12 empezará el despliegue y recolocación del espejo primario formado por 18 hexágonos. Una vez abierto del todo, medirá ocho metros de altura; y su escudo solar, 21,2 por 14,2 metros.
El telescopio debe su nombre a James Edwin Webb, el segundo administrador de la NASA, entre 1961 y 1968. Supervisó los primeros lanzamientos tripulados de la agencia espacial estadounidense, dentro de los programas Mercury y Gemini, que sentaron las bases de las misiones Apolo, cuyo objetivo era poner al primer ser humano en la Luna.